Autobiográfico

Se llega al final del día con decenas de notas mentales. Luego, cae la tarde, cae la noche, cerramos los ojos y el sueño hace un barrido de todas esas notas que conforman nuestro diario. La vida, a veces, se escribe en cientos de Post-it pegados en la puerta de una nevera. Los hay que, además de anotar en su cabeza, anotan sobre un papel que se va armando hasta formar un mosaico de acontecimientos o de ideas. Esa necesidad de los que gustan y sienten dejarlo por escrito. Al principio parece algo caótico, puede ir de lo doméstico a lo más intelectual, de lo cotidiano a lo excepcional o puntual, puede pasar de la nota de humor al pensamiento que sobrecoge y oprime el pecho. Pero cuando los ojos transitan por esas hojas y escuchan detenidamente, aparece el latido incontestable del esfuerzo que conlleva toda obra literaria. Lo autobiográfico siempre es hermoso, por todo ese esfuerzo que supone diseccionarse a uno mismo, por ese celo de la anotación y de la criba que siempre lleva consigo cierta desnudez a través de la palabra, por esa exposición ante los ojos de nunca se sabe qué lector sin escrúpulos.


En el libro que acabo de leer, 'Lecturas pendientes', de Pedro Ugarte (Ediciones NOBEL), intuyo todo eso, la belleza  de ese desgrane, de esa disección. Y descubro ese latido incontestable: el intento de asir los días, la vida, el tiempo... de no dejar que se pierdan, de poner esa huella imborrable que constate nuestra existencia. Incluso la desmemoria o el inapelable olvido hacen un intento por dar forma al recuerdo fallido. Esa idea de tiempo inexorable maridada con reflexiones de mayor o menor calado, con impresiones sobre la literatura y la escritura, hacen de este libro un misceláneo en donde merece dejarse llevar en volandas por la mirada de su autor. En esta especie de diario sin fechas, pero de instantes vitales, Pedro Ugarte va de la mano con la vida, es el Ugarte más sincero y cercano que he leído, desde sus personales observaciones (aderezadas de su fina ironía, de humor y de su acertado análisis) hasta esas entrañables notas de la vida familiar, de los amigos o de la manera de verse a sí mismo en el mundo. 
"Siempre hay una patria inalcanzable al fondo de tu existencia, una monarquía abolida, siempre la ha habido, siempre la habrá. Y este lugar en el que ahora vives apenas es el exilio".
"La sensación, a medida que pasan los años, de que los jóvenes viven en otro país, y que ese país es cada vez más grande y está mucho más lejos". Ambas citas muestran esa sensación de estar como atrincherado, como si el resto del mundo viajase a una velocidad inalcanzable, y tal vez ya incomprensible, si no fuese porque el escritor no se resiste a estar en el mundo, por muy lejano que este le parezca, sin una mirada sobre él. 
"Empiezas a confundir sistemáticamente belleza y juventud, pero eso no quiere decir que el mundo se esté volviendo más bonito: lo que quiere decir es que has envejecido demasiado."
"A partir de cierta edad, debes plantearte seriamente si aquellos que se empeñan en tratarte de tú lo que quieren es ofrecerte alguna clase de simpatía o si lo que quieren, más bien, es desarmarte".
"El abrigo que heredé de mi tío Manolo cumple una importante función literaria: tiene un bolsillo interior donde caben todos esos libros de bolsillo que nunca caben en ningún bolsillo, salvo en este". Aferrarse a esas herencias afectivas, que realmente son las irrenunciables, la que tienen auténtico valor.

Dice Pedro Ugarte: "Los escritores famosos le deben mucho a su obra literaria. Los escritores modestos, en cambio, hacemos por nuestros libros lo que estos no hacen por nosotros". La fama y la literatura, ese binomio, personalmente lo siento como Gran Hermano y Cervantes. No sé yo si maridan bien. La fama, hoy, tiene mala prensa, los famosos, además, suelen ser gente de mala fama. Yo sé por dónde va Ugarte en esta frase, pero me permito decir que 'Lecturas pendientes' es un gran libro, que hace por y dice mucho de su autor. 




En esa línea de misceláneo, he leído otro diario: 'Diarios 2015-2016', de Eduardo Laporte (Pamiela Editorial). Otro diario sin fechas ("En este diario no hay fechas. Los fragmentos se apilan sin anclajes temporales precisos", escribe Miguel Ángel Hernández en el prólogo), otra disección sobre el papel, otra nevera llena de Post-it... ¿Post-it de la inmediatez? Eso son los tuit, o los aforismos de las redes sociales, o una entrada breve de blog. Eduardo Laporte establece una relación con su inmediata actualidad, con su mundo unido con vasos concomitantes con las ineludibles redes sociales. Las redes sociales son un lugar donde estar y vivir, admitámoslo con la reserva del delirio. Hágase el Hombre en el paraíso del mundo virtual. Y el Hombre se hizo. Hay que aprender a vivir en esa jungla, o desaparecer.

De esa relación hombre/redes sociales hay mucho fragmento en este diario. También sobre la escritura, el acto de escribir y las redes sociales. También sobre uno mismo y su forma de sentirse a sí mismo, en la escritura, en el mundo... Así empieza este diario: "Encontrar la voz. Dijo Iñaki Uriarte, en la presentación del último tomo de sus diarios, que durante años se dedicaba a garabatear páginas para encontrar su voz. Llevo más de una década escribiendo diarios y aún no lo he conseguido". Y tal vez, el objetivo del diario sea ese, encontrar la propia voz, encontrarnos a nosotros mismos. Uno sabe cuando ha dado con esa voz porque se siente entre las palabras como con esa chaqueta hecha a medida; no tira de la espalda al mover los brazos, no se acorta de las mangas ni oculta completamente el puño de la camisa, no baja más allá de un palmo por debajo de la cadera. La chaqueta perfecta, la voz perfecta. El diario: la búsqueda de esa voz. Una voz que se cuestiona sobre la escritura y por qué escribe, y sin hallar una respuesta concreta, concluye que tal vez todas las que se le ocurren sean válidas, porque nada de lo que hacemos tiene un único sentido y una única razón. Se intuye, entre fragmentos, cierta desazón, la impaciencia de quien le pide a la Tierra que gire a más velocidad de la que gira, la impaciencia de alguien que su mundo es la propia Tierra. No hay otredades en Eduardo Laporte, hay un único yo omnipresente en su escritura, en su manera de ver el mundo, y como escritor autobiográfico que es, todo parte desde la intimidad de su yo hacia la luz exterior, a veces sin ningún objetivo, simplemente para establecer esos anclajes que lo sitúan como parte del mundo, de un mundo que él no se cansa de inventar, de articular como un mecano, como esos restaurantes que deberían de inventarse, si es que los japoneses no lo han hecho ya, con mesas para tres, solo para tres, porque lo ideal para la amistad es un grupo de tres, también para comer, porque esa es la forma social que más le gusta.  
En Diarios, Eduardo Laporte expone sobre la amistad, el enamoramiento, la ruptura, novias, ex novias, el duelo... Me detengo en el duelo, que es un tema recurrente en Laporte, tal vez porque él ya ha vivido el más duro, tal vez porque no solo la muerte genera duelos, Más allá de la pérdida real, el duelo surge también en toda sensación de pérdida, y esa sensación es muy personal, y única. Hay tantos duelos como sensaciones de pérdida, y su intensidad y superación está relacionada con nuestra manera única y personal de sentirlas. También expone sobre la escritura, la literatura, y un sin fin de flashes de ideas inclasificables, en donde la apreciación más superficial deriva en un pequeño análisis, en una reflexión, como ese taxista que mete primera en una rotonda, y el miedo a ofender. 
Tal vez, la voz (la de hoy, porque la voz tiene los tintes de la vida, y esta avanza y cambia, es una metamorfosis continua) de Eduardo Laporte la haya definido él mismo en este diario, en este fragmento: 
"La edad de nadie. Esa época en la que uno no es ni joven ni viejo. Ni ligoncete de sábado noche ni padre de familia o compañero sentimental asentado. Como aquellos años, previos al ingreso definitivo en el alcohol, en que tomábamos chucherías hasta hartarnos y jugábamos a las máquinas en los salones recreativos a la espera de dar el salto al siguiente estadio". Esa es esta voz, a la espera de dar muchos saltos en siguientes estadios.

Comentarios

  1. Gracias, querida Carmen, por la lectura y por el comentario...

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti, Pedro, por este libro que habla del sentido de la escritura, estas anotaciones que en definitiva hablan mucho del sentido de vivir.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares