Lento proceso

"Le había asaltado la idea de escribir un libro utilizando los instantes luminosos de su vida como núcleo, como hilo conductor".
I Luz de invierno

En un intento de ejercitar la memoria, cultivaré la idea de reseñar todo libro que tenga entre las manos, tarde el tiempo que tarde en acabarlo, sea el libro actual o escrito hace siglos o apenas hace años. Albergo con ello la esperanza de que no caigan en el olvido, de retener al menos alguna frase, algún fragmento que arañe. También, sigo el ejemplo del autor del libro que acabo de terminar: 'Lento proceso', de Jose Luis Cancho; al igual que él con los instantes luminosos, yo con las reseñas vuelvo a la escritura, a la obligación de detenerme y pensar en palabras exactas, al placer de contar impresiones, emociones y sentimientos. Me seduce la idea de rescatar de la estantería del tiempo a esos libros ya reseñados en su día, mirarlos de nuevo, volver a darles novedad, mostrar su atractivo. En definitiva, revivirlos.



Un escritor en busca de inspiración para continuar escribiendo, o para volver a escribir. Escribir no es como montar en bici; si no se escribe, se olvida. Hay que retomar la palabra, encontrar aquello que la inspire, y aprender de nuevo a pedalear y mantener el equilibrio sobre ella. La inspiración: los instantes luminosos, que el hombre escritor decide utilizar como núcleo, como hilo conductor de sus historias por escribir. El reencuentro con la palabra y con la forma de escribirla, el reencuentro con uno mismo, con el que fue, con el que es... Ese análisis, esa observación, esa contemplación del pasado que se vierte en el presente, del presente mismo... Ese lento proceso que nos conduce a la escritura, a la revelación de la palabra que tras un tiempo de esterilidad, vuelve a surgir tenaz e incontestable. 

En Luz de invierno (primer bloque de tres) hay un viaje al pasado y una narración en tercera persona. La tercera persona que permite "mirar" desde lejos. La memoria se pasea por donde se paseó aquel: lugares, personas, deseos, historias cerradas en el tiempo. José Luis Cancho conecta  pasado y presente de manera ágil y audaz. La tribulación del escritor y la memoria del hombre que retorna a aquellos instantes luminosos de su pasado. El hombre y el escritor en el cuarto de un hotel vacío con vistas al mar, como un retiro.

"Y tú no aguantas a las personas que no toleran la soledad, que no poseen un mundo propio que las alimente y enriquezca".
II El retorno

En el segundo bloque, la voz narrativa es la segunda persona. Intimista, hondo, incluso cruel consigo mismo; "en el fondo no eres más que un solitario que siente debilidad por las jovencitas", "Del cansancio de escribir tienes alguna noción, a pesar de que en tantas ocasiones has confundido el cansancio de escribir con la pereza que te da ponerte a escribir. (Cuántos dones has desperdiciado de forma irrevocable por simple pereza)". Ese estar frente al espejo, el tú desafiante, el que te dice las verdades a la cara... El pensamiento se repliega y busca su refugio, su ensimismamiento y solo quiere expandirse y darse una explicación en esa intimidad: "Lo que a ti te ocurre es muy similar a lo que les ocurre a los pintores que no pueden dejar de autorretratarse". La intimidad tiene forma de habitación con vistas al mar, y las palabras anhelan salir en ese espacio cerrado y silencioso ("el silencio consuela") que a la vez es necesidad de proyección hacia el exterior. 


"Madre y padre. De ese cruce, de esa herencia, al igual que la perla que brota de la acumulación de secreciones, con su misma lentitud, tras un laborioso proceso, se conforma un nuevo ser y se crea una nueva obra".
III Lento proceso
El tercer y último bloque está escrito en primera persona. Es redonda la manera en la que José Luis Cancho hace uso de esa santísima trinidad, tres personas distintas y solo una voz única y verdadera, porque así se percibe desde la primera línea con la que comienza hasta la última con la que termina  este libro de realficción, tres personas con las que ha conformado un solo ser que ha viajado entre los posos del tiempo y la memoria, que se reencuentra consigo mismo, que se interroga e intenta darse respuestas, que ahonda en las figuras paterna y materna como un intento de reconocimiento de sí mismo, ese arduo proceso de hallarse y reconocerse para poder darse sobre el papel.


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